Hace muchos años, en una tierra muy lejana se inició una de las batallas más épicas que jamás se había podido imaginar. Guerreros de todos los rincones del mundo se unieron a la contienda para conseguir un único fin: dar un servicio ejemplar. Contra viento y marea hicieron frente a todo tipo de adversidades que se presentaban en su camino; ni los barrancos escarpados ni las llanuras llameantes aplacaron su pericia. Una guerra que aún a día de hoy se sigue librando en el campo de batalla más temido de todos los tiempos.
Entre los guerreros se alzó Daniel Hernández como líder de los Guardianes de la cueva…
DANIEL HERNÁNDEZ:
Simancas (Valladolid), 5 de noviembre de 1981.
Equipo: Sala (jefe de sala)
Recuerda: Dani no grita, así es su voz
Donde podemos encontrar a Dani si…
- Te tomas un café… el primero en casa siempre, luego me gusta mucho el del Café del Norte en la Plaza Mayor de Valladolid
- Te vas a comer… en las Rosas de Guadalupe, mexicano en Parquesol
- Te vas de cena… en casa
- Te tomas una copa… Pasaje Gutiérrez
- Vas a dar un paseo… por el Parque Rivera de Castilla y me gusta terminarlo siempre en la Plaza del Viejo Coso, me parece un sitio muy peculiar y no muy conocido turísticamente
PREGUNTA: ¿Cómo es tu trabajo en Le Bistró?
RESPUESTA: Diría que apasionante porque me gusta, el reto de tener cada día clientes nuevos con nuevas inquietudes y peticiones. A veces un poco cansado, pero la verdad es que es interesante, siempre tienes alguna anécdota que contar. Con mis compañeros la relación es desastrosa (entre risas). No, mi relación con mis compañeros de trabajo es muy cordial, yo diría que somos prácticamente amigos, tenemos nuestros más y nuestros menos porque compartimos muchas horas juntos, entonces son inevitables los roces, pero la verdad es que hay muy buena relación.
P: ¿Cómo llegaste a Le Bistró y cómo fueron tus inicios en el restaurante?
R: Cuando se empezó el proyecto yo vivía en Madrid, pero ya había estado trabajando con los socios de Le Bistró. Empecé mi andadura en hostelería en el Niza y la inmensa mayoría de lo que he aprendido ha sido con ellos. Le Bistró estaba en un principio proyectado para abrirse en Salamanca pero luego apareció este local y pensaron en mí y decidí volver a Valladolid nuevamente así estaba más cerca de mi familia. Los principios fueron muy bonitos, porque además de ver cómo se iba desarrollando todo el proyecto y toda la obra del restaurante, los dos primeros meses fueron caóticos. El hecho de abrir un restaurante, adecuarte al nuevo equipo, saber dónde están las cosas, que el servicio vaya rodado, resulta un poco caótico. Diría que las primeras semanas salía de trabajar y soñaba con el trabajo, he tenido sueños fregando copas por el estrés de que todo salga bien. Me considero muy perfeccionista, lo que a veces puede ser un defecto porque quiero que todo salga tan bien, tan perfecto, que soy el primero en cagarla, en pedir mucho a los demás y no explicarme bien.
P: ¿Qué es lo mejor y lo peor de Le Bistró?
R: Lo mejor yo diría que la atención que damos, todo el equipo intentamos que el cliente se sienta cómodo, ser cercanos, ser agradables, saber con quién podemos hacer una broma o con quién tenemos que marcar unas distancias y eso yo creo que es lo mejor; aparte de la comida, que está buenísima, aunque eso es para gustos claramente. El trato que damos no es muy común en Valladolid donde siempre ha sido muy señorial, aunque se va adaptando. Lo peor de Le Bistró… bueno, no solo de Le Bistró, con el paso del tiempo lo peor de la inmensa mayoría de los establecimientos hosteleros, es el horario, el no poder disfrutar de fines de semana, aunque entiendo que tiene sus pros y sus contras, yo no puedo disfrutar de los fines de semana y una persona que por su trabajo sí, se levanta a las 6 de la mañana. De hecho en Le Bistró, para trabajar en hostelería, tenemos buenos horarios que son cómodos sobre todo entre semana.
P: ¿Cómo ha sido tu trayectoria en la hostelería?
R: Mi trayectoria en hostelería, como ya he mencionado antes empezó en el Niza, allí me enseñaron todo. Llegué de casualidad, porque conocía al dueño, Gonzalo, somos amigos e iba a verle. Entonces trabajaba en una gasolinera, les iba echando una mano a la vez que pasaba el rato y llegó un momento en el que me ofreció trabajar los fines de semana. Estuve un tiempo compatibilizándolo con la gasolinera, un par de meses hasta que ya me ofreció trabajo a jornada completa. Estuve dos años y medio allí, absorbí todo lo que pude, Gonzalo es muy bueno, pero tenía también a alguien muy bueno por encima que ya no trabajaba que era su padre, él también me enseñó muchísimas cosas. De ahí me fui a vivir a Madrid y pasé por varios servicios, he estado trabajando en bares de copas, en cafeterías, en un bingo, en un restaurante… En Madrid, sobre todo en la cafetería, aprendí a trabajar en un servicio muy rápido, que supieras que es lo que quería el cliente, porque tenían 10 o 15 minutos para tomarse un café o desayunar. Dentro de que los servicios quedamos en la cadena que siempre son rápidos, prima más una atención más personalizada, más pausada dentro de la agilidad.
P: Cuéntanos una anécdota en Le Bistró
R: Al poco de abrir, no sé si llevaríamos cuatro meses, siempre nos decían que diéramos un trato cercano. Un día vino un grupo de cuatro señoras mayores, que normalmente suelen ser las que más juego te dan a la hora de hacer una broma, pero con ellas me equivoqué. Les dije, “chicas ya tenéis vuestra mesa disponible” y una de ellas me dijo, “perdona pero tú a mí me tratas de usted”. Ese “tú a mí” me resultó ofensivo porque por educación a alguien que le gusta que le traten de usted, trata de usted, entonces le dije que si quería que utilizara un lenguaje arcaico y clasista no tenía ningún problema pero que exigía el mismo trato. Es una anécdota que jamás olvidaré.
P: ¿Qué le dirías a un cliente como camarero?
R: Sobre todo que llevo muchos años trabajando como camarero. No tengo unos estudios de hostelería que ahora se estilan mucho, que está bien, es un complemento muy importante, pero también estoy viendo que muchas personas que salen de escuelas de hostelería se piensan que van a ir a restaurantes de cinco tenedores y esos son muy pocos. Se van a hostelería de a pie, en un servicio más exquisito o más común digámoslo así. Llevo muchos años atendiendo a gente y eso me ha dado tablas para poder complacer al cliente en la medida de lo posible, saber qué es lo que quiere, a veces sin preguntar. Cuando les veo ya sé si una cosa les gusta o no y les puedo dar una alternativa. Entonces le recalcaría a un cliente que la experiencia adquirida es un plus para mí pero realmente es un plus para él, el hecho de que te atienda una persona que tiene mucha experiencia al fin y al cabo repercute en la experiencia que van a tener comiendo. Tengo las capacidades para hacerles pasar un buen rato, tanto profesionales como personales.
Pero Dani tiene una vida más allá de Le Bistró…
P: ¿Qué es la Universidad de la Felicidad?
R: El proyecto se inició hace tres años con la empresa de mi marido, MM Coaching Business School, y va a hacer un año en septiembre que se encargó de abrir la delegación de la Universidad de la Felicidad en Valladolid (C/ Madre de Dios 5 local 1, 47011, Valladolid). Aparte de mi trabajo tengo todo el trabajo que implica ayudar a tu pareja, ya sea apoyo psicológico o administrativo, recepción de llamadas, etc. Diría que he aprendido mucho, me he ido empapando de todas aquellas técnicas y metodologías que imparten, aunque me queda mucho por aprender. Me han servido para mi trabajo, por ejemplo gestión de emociones porque sí es cierto que tengo un temperamento muy fuerte, entonces el saber ponerme en los pies del otro me ha venido muy bien, me cuesta, pero poco a poco. A parte de la ilusión de compartir un proyecto con mi marido me ha servido para aplicarlo en lo que es mi trabajo, que es mi pasión, y el proyecto de la Universidad de la Felicidad y MM Coaching es el trabajo de mi pareja.
P: ¿Por qué se inició el proyecto?
R: Se inició por una búsqueda personal de José Antonio (marido de Dani). José Antonio después de estar estudiando toda la vida y estar muy formado, se dio cuenta de que le faltaba algo. Empezó un máster en Coaching e Inteligencia emocional donde descubrió lo que era su pasión, porque andaba un poco perdido sobre qué era lo que quería en la vida. Cuando terminó el máster ya salió con un proyecto empresarial que era MM Coaching, lo que derivó en la explotación de la marca comercial de la Universidad de la Felicidad, una marca que ya existía. Empezamos un poquito a la deriva, sin local, con 40 euros, pero sobre todo con muchísimas ganas, que es lo que hace que luches por lo que quieres. Pensándolo ahora mismo, son recuerdos gratos, aunque todavía queda mucho camino por delante.